Cartas para Edgar

24 de diciembre

Hola, Edgar:
La Navidad sigue su impasible curso, y la ira que anida en mi corazón apenas si va remitiendo poco a poco. También los furtivos sentimientos y el dolor de mi negra alma van aflorando a la superficie. Estoy convencida de que lo sabe. Aquel abrazo gélido y abrasador... tiene que saberlo. Sentí desangrarse mi aliento en la despedida. Cada Luna que pasa (porque estoy convencida de que Ella me ayuda a pensar) me persuade más de que él es como una rosa negra. De perfume delicioso, y espinas fatales. Y ese color críptico que lo envuelve y me envuelve a mí, pero no nos junta. Quizá eso sea lo que le hace atractivo. El misterio de sus ojos de acero, que atraviesan como puñales intangibles el cuerpo maltrecho y exhausto de esta frágil esencia que soy yo. Puede que esos ojos sean mi tumba, que hagan que pierda la escasa cordura que resta en mis débiles sentidos. La luz que alumbraba mi vida la apagó el álgido aire que él exhala. Y es que si de algo estoy segura, es de que por él no siento sino frío. No puede calificarse de amor, afecto, respeto. Es frío. Me congelo en su mirada, sus gestos, su risa, mientras él se nutre de mis sueños y mi ingenuidad. La más leve chispa de fuego me quema, tiendo a avivarla hasta convertirla en una hoguera que me abrasa, y en la que me abandono un instante, antes de recordar que lo que me inspira es el helor de la nieve. Y continúo con mi macabra danza, con mi aleteo suicida de mariposa gris a su alrededor. Siento ganas de gritar: “¡Mírame, estoy aquí! Abrázame, ¿es que no me ves?”. Pero callo. Mis palabras, inertes e indolentes, escapan a través de una fugaz sonrisa, de una contorsión incesante que repito cuando me mira, cuando repara en mi febril presencia. Porque esta sensación enfermiza y posesiva me obsesiona, me creo demente, y lo estoy. Este dulce dolor, este placer sádico de verle desde fuera, me alimenta. Y el día que deje de tenerlo, habré de sobreponerme, o vendrá la total oscuridad que ya veo aproximarse, y la bruma que me envuelve será más densa, más impenetrable.

† Libertina †

me encantan tus cartas para edgar

(no tendra edgar un primo ermano o algo perecido a el para mi¿?)

lola...

(k pasa¿? no puedo preguntar¿?)

no!


weno, sige poniendo mas carta asi k me encantan.

besos de sange!

Estoy empezando a adorar estas cartas *-*
Entonces Edgar es como una rosa negra¿?
Aiss, dios, me encanta. Lo describes todo de una manera n_n
Sin embargo hay algo que me desconcierta. Porque se supone que es una carta para Edgar, pero terminas hablando de él en tercera persona, cuano, no debería ser en segunda¿? Porque se supone que hablas con él. En fin, no sé
Quizá estés hablando de otra persona y yo no me entere como suele pasar -.-''
Bueno, espero más cartas ^^

Estoy hablando con Edgar de una tercera persona (y esto es importante para entender el resto de las cartas). Las escribí hace ya un tiempo, pero me apetecía subirlas mientras escribo otra cosa. En estas cartas le hablo a Edgar en tiempo real (es decir, esta carta la escribí un 24 de diciembre con vivencias de ese día, y así sucesivamente) de el amor que sentía (y siento) por alguien que entonces era mi amigo y que hace ya que es mucho más que eso (estoy convencida de que Edgar me ayudó a lograrlo). Por eso tenedlo en cuenta: Edgar es mi confidente y le hablo de tú a tú, cuando me refiero a "él" es a esa personita especial. Gracias infinitas por comentar, chicas, de verdad que me hace muchísima ilusión .
(Por cierto, Lola, le preguntaré a Edgar si tiene algún pariente ).

Libertina_Grimm escribió:
(Por cierto, Lola, le preguntaré a Edgar si tiene algún pariente ).

( gracias ya em cntaras cuand lo sepas jiji)

lola....

(k¿?)

...
amos a dejarlo ahi. ya ablaremos tu y yo

(ok )

besos amor y sige cn tus cartas

26 de diciembre

Querido Edgar:
Mi mundo es un poco más triste desde que se fue. Quedan pocos días para que vuelva, pero cada segundo es como si me faltara el aire. Su tacto etéreo me hace falta, su cruel abrazo desmedido. La soledad de su silencio es como el sonido de mil uñas arañando mil pizarras, y, sin embargo, lo echo en falta. Hoy miro el fuego con recelo, recordando tantos otros fuegos que contemplé tan cerca y sin embargo a tanta distancia de él. ¿Cómo decir que ya no me recuerdo? Que ya no me encuentro en el espejo, que no soy dueña de mi alma ni de mi cuerpo. Que un escalofrío me recorre cuando abrumadamente le recuerdo. Que sueño con su rostro y con sus ojos de cielo.
No encuentro mi lugar en el mundo. Las ígneas miradas de los que no aceptan a los que son diferentes provocan hendiduras en mi blanca piel. Me siento sola al abrigo del frío, de la añoranza y de la pena. Y lo peor de todo es que sonrío. Sonrío con la sonrisa del que se dirige al cadalso y se despide sonriendo de la vida, del preso que mira las paredes de su encierro, con esa sonrisa. Pero nadie me comprende. Nadie es capaz de penetrar en la fortaleza de mis emociones, de comprender hasta qué punto me siento diferente y con tantas ganas de gritar o de callar para siempre, para así poder aliviar algo de este tormento. Quizá mi problema esté en que siento demasiado intensamente. Trastorno, venganza, ira, amor, muerte, destrucción. Se puede llamar de muchas maneras, pero, en definitiva, es lo que siento. Me cuesta mantener a raya el caos que impera en mi corazón, es como un desequilibrio que me mantiene en un estado de delirio constante, o de abstracción desmesurada. La paradoja y el contraste son los guías de esta existencia, y llego a creer que la de todas las personas es así. Por eso me sorprendo cuando alguien habla del amor, o del odio, o de los sueños. Me parecen demasiado superficiales si los escucho de la boca de otros. Porque yo siento más profundamente (lo más probable es que lo que yo siento sea más tétrico, más perturbador, pero, en definitiva, más hondo). De momento, he de levantarme. Quiero tener preparada la mejor de mis sonrisas muertas para cuando vuelva.

† Selene †
´
(Ésta, mi Ángel Gris, también es para ti).